Como que ahora no me está gustando esta situación, así que expongo sin reparos parte de mi vida amorosa aquí, sólo hoy, sólo hoy. (Me hago la loca con las anteriores entradas)
Después que corté llamada con un tipo porque la conversación estaba en nada, es de los que le pones todas las ganas para que funcione, es buena gente y aún así, sabes que nada va a funcionar, nada.
Me quedo sola en casa, hago cualquier cosa y en el respiro de cualquier cosa lo recuerdo. Pienso que sería diferente si él estuviera aquí, que aunque hace tiempo no nos hablamos y sé que terminar fue lo mejor, si él estuviera aquí ya no tendría miedo.
Podría enviarle un mensaje y conversar, me diría todas esas cosas lindas que no olvido, y... y para que pienso tanto si éste seguro se fue de campamento.
Y en estos casos, casi siempre llego a la conclusión de que el libro es el mejor compañero, así que hasta que duerma y desaparezca este extraño sentimiento de echar de menos a quien no debo, me quedaré con Eva Nibelunga.
Tunga tunga, ¡Jay!